Ayer, como consecuencia del temporal de nieve que sufrimos en el idílico pueblo de montaña donde decidimos pasar el fin de semana y que nos obligó a pasar la tarde frente a la chimenea, vi la película Castillos de Cartón y cuando acabó me invadió una sensación extraña.
Quizá si no hubiera leído el libro, quizá si no fuera uno de mis favoritos, la peli habría estado bien aunque de final desconcertante.
La verdad es que se me quedó corta en muchos aspectos y no sólo porque faltara el final, uno de los finales más bonitos que podría haber tenido esta historia, la película debe abarcar como dos tercios de la trama, creo que incluso sería posible identificar la página exacta en la que termina la película.
Si se me quedó corta es porque no creo que fuera capaz de reflejar el contexto en el que se desarrolla la historia, el Madrid en el que viven los protagonistas donde sí que es posible imaginar que una relación amorosa de este tipo pudiera tener lugar. No creo que sea capaz de reflejar la relación que se crea entre los tres protagonistas, mucho más complicada que reducirla a sexo a cada rato. Los tres protagonistas no sólo son amantes sino que también son amigos. Los tres se quieren, se admiran y pronto también se envidian, se mienten, sienten celos de sus talentos. Así que su historia no sólo se limita al sexo, me niego a aceptarlo porque los personajes se complementan en muchos otros aspectos. De hecho, creo que en su relación, el arte juega un papel mucho más importante que el sexo. Así como tampoco creo que refleje la sensación final de vacío, sí que en la película se aprecia el momento en el que los sentimientos empiezan a cambiar, pero cuando llega el instante en que todo se derrumba es cuando aparecen los créditos. Nada sobre el momento en que tienen que aceptar que una relación como la que ellos quieren, como la que comenzaron, como la que en un principio funcionó, no es posible en la realidad, si los tres no pueden estar juntos, no lo estarán, no en una relación de a dos.
Todo esto es lo que para mí significó la novela de Almudena Grandes y lo que no ha sabido transmitirme la película. Sí que es verdad que muchas situaciones ocurren de tal manera a como ocurrieron en el libro y eso siempre gusta, los actores actúan más o menos acorde con los personajes a los que tienen que interpretar, pero no es suficiente.
Sabía que esto iba a pasar, así que no se de qué me sorprendo al escribir esto. Me pesa porque albergaba la esperanza de volver a revivir lo que sentí cuando leí el libro. Tampoco es de las peores películas que he visto, no es de las peores adaptaciones. Pero preferiría antes que nada, recomendar el libro, la película no es imprescindible.
Un saludo, Lola.
my old ass
Hace 4 horas
Yo también prefiero el libro.
ResponderEliminarCometí el fallo de verla solo una semana después de leerme el libro y buf... ojalá no la hubiera visto,porque el libro me encantó y la peli no refleja bien lo que nos transmite Almudena en su obra al leerla.
Totalmente de acuerdo. Por qué cuesta tanto hacer una buena pelicula de un buen libro? Esa siempre será la pregunta.
ResponderEliminarPor cierto. Feliz Navidad.