martes, 2 de diciembre de 2014

Seis días de diciembre. Jordi Sierra i Fabra


La verdad es que me ha gustado mucho volver a tener noticias de Miquel Mascarell, más aún cuando no las esperaba, no sé por qué pero me había echo a la idea de que el crimen que investigó en Dos días de mayo sería su último caso y no sólo por lo cerca que estuvo de no salir con vida de él. Quizá sea porque siempre pienso que está demasiado mayor para los líos en los que se mete, o le meten. En fin, espero que tengamos Mascarell para rato.

Ahora es su "amigo" Lenin, un raterillo de poca monta al que metió en el calabozo en más de una ocasión y con el que luego le tocó compartirlo, quién le hace partícipe de un extraño hallazgo. Resulta que Lenin iba por la calle cuando es testigo de un accidente de tráfico, un taxi que choca contra un camión, los conductores discuten mientras el cliente del taxi intenta mediar en la disputa, la puerta trasera del taxi está abierta y en el interior hay un maletín pidiendo a gritos que lo roben. El problema surge cuando, más tarde, Lenin descubre que el propietario del maletín, un inglés llamado Alexander Peyton Cross, ha muerto en extrañas circunstancias puede que por lo que contiene ese mismo maletín que ahora está en su poder. Lenin no sólo teme por su vida si no por la de toda su familia. Si alguien ha sido capaz de matar por unos simples papeles en inglés y un cuaderno con fotos de unos cuantos cuadros, hará lo que sea por recuperarlos. Y Lenin sólo conoce a un hombre capaz de ayudarle: el inspector Mascarell. Lo que Lenin no sabe es que ese maletín pertenecía a un Monuments men, que esos papeles escritos es inglés desvelan el paradero de un importante alijo de cuadros, que se cee en manos de un general nazi oculto en España, y que ese cuaderno con fotos de cuadros es uno de los álbumes confeccionados por el propio Hitler. A Miquel no le queda otra que ayudarle, no sólo a ocultar a su familia, si no a impedir que esos cuadros sigan en manos ajenas. La cuestión es que, ahora, Miquel tiene mucho que perder, sobre todo desde que el comisario Amador se la jurara tan sólo unos meses atrás, así que si le descubre husmeando y haciendo preguntas...

No es que sea una amante de la Historia pero he de reconocer que me atrae bastante el tema de los Monuments men y su labor, no sólo por la dedicación que debía requerir investigar el destino elegido para ocultar las miles de obras de arte que Hitler expolió durante y después de la guerra, y que van desde minas hasta sótanos, si no también por el riesgo que corría esta gente al enfrentarse a personajes que ya habían demostrado con anterioridad su falta de escrúpulos. Además es un tema que se puso bastante de moda y no hace mucho a cuento del estreno de una película dedicada a ellos. Y con la película llegaron varios artículos en revistas temáticas y el descubrimiento de que antes de película fue libro.

Esta entrega tiene de especial, además de su temática, un carácter más íntimo que nos descubre la vida familiar y cotidiana de Mascarell, dejando un poco de lado la crítica más cruda de la naturaleza humana, aunque de eso también hay en esta novela. Me ha llamado especialmente la atención las veces que él mismo se cuestiona su paso por este mundo y lo que le queda en él, su vida al lado de la mujer a la que ama. No deja de repetir lo afortunado que se siente por tenerla de su lado. Me encanta eso que dice de que uno tiene la edad de la persona a la que ama. Y la pareja que hace con Lenin, el típico charlatán que al principio hace gracia pero que termina cansando, es espectacular, aunque no recordaba que el inspector fuera tan gruñón. Supongo que cuando uno está acostumbrado a trabajar solo y disfruta de la calma y el silencio que se requiere para pensar y atar cabos, pues que se lo quiten de una manera tan radical tiene que avinagrar el carácter. El estilo de Sierra i Fabra me resulta impecable, al igual que el dibujo que hace de la España sometida a la dictadura franquista, lo más triste es que determinados episodios de la Historia demuestran que la gente al final se acostumbra a todo con tal de sobrevivir, y quizá ese sea el mayor mérito. Sobrevivir cuando se tiene todo en contra.

Un saludo, Lola.


jueves, 20 de noviembre de 2014

El año que pasé con Bevilaqua y Chamorro. Los cuerpos extraños

El cuerpo de la actual alcaldesa de un pueblo valenciano aparece semidesnudo y con marcas de estrangulamiento en una playa próxima a su lugar de residencia. El capitán Pereira sólo confía en Vila y su equipo para investigar, con la máxima discreción, una muerte en la que podrían estar implicadas algunas de las personas más influyentes de la zona, o lo que es lo mismo concejales de urbanismo, empresarios del ocio y de la noche, constructores.... Pero en este caso, Vila no sólo deberá centrarse en esclarecer la muerte de Karen Ortí Hansen, con sus muchos posibles sospechosos, porque la alcaldesa se ganó unos cuantos enemigos, y sus escasas pistas, si no que deberá lidiar con las rencillas locales y la oculta vida sentimental de Karen, además de trabajar cuidándose de los intereses de sus superiores y de la clase política en general.

Al final, en las novelas de Silva sólo hay dos posibles culpables, los muy evidentes o los más insospechados, sólo queda entonces resolver la forma de dar con ellos.
Creo que a estas alturas no es necesario añadir nada a este respecto. Uno más para la lista. El estilo del autor sigue la misma línea. La temática elegida para esta historia es bastante actual, hablar de una corrupción a la que tristemente estamos más que acostumbrados hasta como que carece de mérito, y es más que evidente que la población está cansada de la clase política y sus chanchullos. Que aparezca un cadáver en una playa es lo único que Silva necesita incluir para crear su historia. Así que supongo que la gracia de esta novela se encuentra en la vida diaria y en los sentimientos y confidencias que nos revelan unos personajes a los que ya se les empieza a coger cariño. Si me tengo que quedar con algo de esta nueva entrega estoy segura de que es eso. Una novela que no deja de ser entretenida pero que no estaría dentro de mis favoritas de la serie.

Un saludo, Lola.

viernes, 14 de noviembre de 2014

LA FRASE DEL DÍA

No se culpe. Lo que pudo haber sido nunca importa. Por algo no fue.

Los cuerpos extraños. Lorenzo Silva. Página 218.

lunes, 22 de septiembre de 2014

La saga de los longevos. Eva García Sáenz

Adriana Alameda es una joven arqueóloga que vuelve a Santander, su ciudad natal, para incorporarse al Museo de Arqueología de Cantabría (MAC), próximo a Costa Quebrada, y con el firme objetivo de investigar los motivos que llevaron a su madre a suicidarse. Héctor, Iago y Jairo Del Castillo, más conocidos entre sus trabajadores como la Santísima Trinidad, llevan poco tiempo al frente del MAC pero necesitan contratar a una persona responsable de su Área de Prehistoria con la vocación, la experiencia y los contactos de Adriana. Para ella es el trabajo ideal y no quiere cagarla ya que supone una oportunidad para volver a sus raíces y reconciliarse con su pasado, aunque pronto se verá envuelta en un extraño triángulo amoroso lleno de odios ancestrales, celos, intrigas y secretos familiares, que cambiará su visión de la vida para siempre. Adriana nunca pensó estar tan cerca de la Historia como lo estará a partir de ahora.
La Vieja Familia está compuesta por Lur, el primero de los hombres, y sus hijos Urko, Nagorno y la pequeña Lyra, los tres de madres y épocas diferentes, los tres cargando a sus espaldas con el peso de los años, los tres tan distintos que cada cierto tiempo sienten la necesidad de vivir sus vidas por separado para después volver a reunirse. Otros quedaron atrás y esa pena es la que les ha llevado a tratar de identificar, ayudados por los avances tecnológicos del siglo XXI, el gen que les hace vivir más tiempo que al resto de los seres humanos. Esa naturaleza es la base de su secreto. Un secreto que, junto con sus identidades, nunca deberá ser desvelado.

La Saga de los Longevos. Una novela que me llamó la atención hace varios años por su curioso argumento y a la que por fin he logrado encontrar un hueco. Definitivamente, es una historia que no deja de tener su encanto por lo extraño de sus personajes y el contexto que implican las distintas ubicaciones elegidas por su autora. Además, García Sáenz sabe mantener el ritmo a lo largo de toda la trama a través de las intrigas y secretos que guarda esta singular familia. Es una pena que el pensamiento científico tenga que imponerse por esa estúpida manía de tener que explicarlo y probarlo todo. Al menos, podrían dejarnos una parcelita, aunque sea pequeña, de la literatura. De cualquier forma, esta novela no se libra de un par de peros, que a mí no me molestan pero que haberlos, hay los.

Creo que García Sáenz ha desaprovechado un par de bazas bastante buenas. Dejando a un lado la parte científica, que para mí está escrita en chino, pero del mandarino, en ésta y en cualquier otra novela,  sí que creo que en este caso está bien resuelta porque la autora no se ha complicado y ha llegado a una explicación lógica que ciertamente podría tener su fundamento.

En cuanto a la parte histórica, cuyo rigor no puedo valorar porque carezco de los conocimientos necesarios para ello, sí también para esto soy una negada, me da la impresión de que podría haber aprovechado más la oportunidad que le brindaban personajes que han vivido de primera mano la Historia. Podría haber hecho un repaso, más o menos general, de determinadas épocas históricas, podría haber incluido alguno de los acontecimientos más relevantes. En realidad, sólo hace referencia a costumbres y hábitos de la vida diaria, algunos rituales, incluso lanza ciertas interpretaciones que a mí, como lectora, pues he de reconocer que me han gustado porque no dejan de crear cierta complicidad entre el lector, el autor y los personajes. Claro que igual no estaba entre sus objetivos el de escribir una novela histórica. Algo que resulta curioso es cómo los personajes deben mostrar especial cuidado para no desvelar aspectos de la vida cotidiana de otras épocas que ellos conocen de primera mano, pero que aún no se han descubierto o son interpretadas de otra manera por la comunidad científica. Sobre todo en aquellas épocas más antiguas de las que existen escasos testimonios y se basan en especulaciones que son más o menos aceptadas por el resto de historiadores.

Algo que realmente me hubiera gustado, porque al final no deja de ser una novela romántica, es que la autora hubiese incluido algún encuentro más entre los dos protagonistas principales las anteriores veces que Iago vivió en Santander, creo recordar que sólo hay una coincidencia y tan vaga que la niña a la que se hace referencia podría haber sido cualquier otra. Por lo demás, es una novela de amorío bastante fácil y obvia, en algún punto incluso demasiado pastelosa, aunque el mundo de los museos, la arqueología, los misterios ocultos de una historia que jamás conoceremos y la perspectiva de que existan seres humanos vagando por la tierra que conocen la respuesta a tantas preguntas y que han sido testigos de lo mejor y de lo peor, pues le aportan un punto bastante especial. Además me gusta que la autora haga referencia a lugares, monumentos, piezas arqueológicas y enclaves reales, como una forma de anclar la novela a la realidad, hacerla más cercana en contraposición, o como complemento, respecto de la parte fantástica en la que se basa la historia. También es cierto que Eva García Sáenz desarrolla teorías bastante interesantes.

Por un lado, habla de la posible incapacidad de una sociedad normal de mantener a un número elevado de personas cuya naturaleza les permita vivir más de lo normal, no sólo desde el punto de vista económico, aunque supongo que en ese caso lo normal sería cambiar las normas del juego, si no también desde una punto de vista social, cultural y político, qué sociedad sería capaz de soportar el mandato de un dictador que, en condiciones naturales, podría vivir miles de años, generaciones y generaciones que no conozcan otra forma de vida. Aunque creo que eso ya pasa, no?

Por otro lado, se centra mucho en la idea de desmitificar el concepto de inmortalidad o el de eterna juventud. Puede que sean muchos los momentos felices que estas personas hayan vivido a lo largo de su extensa vida, pero al final lo que queda es la pena y el sufrimiento de ir perdiendo a los seres queridos, de no poder desvelar su verdadera naturaleza por miedo al rechazo o la incomprensión, en un mundo que teme lo diferente, de haber tenido que hacer cosas con las que quizá no estaban muy de acuerdo para sobrevivir. Supongo que llega un día en el que te ves obligado a hacer balance.

Y por otro, la autora termina por imponer la supremacía del pensamiento científico y objetivo, y habla de esos seres mitológico que en realidad eran fruto de mutaciones que en tiempos pasados eran incomprensibles e inexplicables, pero que sólo se podían entender recurriendo a la magia y la fantasía, y que se transmitieron de esa manera hasta nuestros días.

En esta novela juega un papel muy importante toda la zona de la costa cántabra, pero en especial el monte de El Castillo y su cueva. De entre todas las referencias que se hacen a hallazgos arqueológicos y a partes de esta cueva, me quedo sin duda con este lugar, por el significado que se le da en la novela, no sé si el mismo que tuviera en la Prehistoria.

La cueva de El Castillo, El Monte de El Castillo, Cantabria


No sé por qué pero cuando me decidí por esta novela tenía entendido y asumido que era una historia completa, cerrada, que no formaba ni formaría parte de ninguna saga. Pese a titularse La saga de los longevos y tenerlo frente a mis narices todo este tiempo. Venga, pero si dice saga, por el amor de Dios. El final de la novela es bastante explícito en este sentido y a pesar de eso durante unos minutos seguí pensando que quizá era una gracia de la autora. Tampoco es que te deje la historia a medias, es sólo que introduce nuevos elementos, así que...por qué no? Por una vez una novela que no se termina comiendo perdices. Pero claro, luego una se pone a buscar la portada de la novela para incluirla en esta reseña y aquí está el resultado: La saga de los longevos II, prometiendo con este título que habrá más, supongo, aunque con la suerte que me gasto últimamente en mis suposiciones...igual no.
Deseando conocer nuevas y mejores aventuras de los Longevos...

Un saludo, Lola.

jueves, 11 de septiembre de 2014

El país del miedo. Isaac Rosa

La historia de la familia de Carlos es sencilla. Todo comienza el día que Rosa, su mujer, descubre que le falta dinero en la cartera. El primer impulso es pensar en un simple descuido o incluso una posible pérdida. Los días sucesivos tratará de poner más atención o ser más cuidadosa, pero el dinero le sigue faltado, billetes de pequeño valor que podrían pasar desapercibidos. Después unos pendientes que echa en falta, y si se fija bien, alguna película o cd de música. Tras un par de noches sin dormir, llega a la conclusión de que sólo puede ser la empleada marroquí que limpia su casa un par de horas a la semana, quizá su situación económica le lleve a cometer pequeños hurtos en las casas en las que trabaja. No piensa en denunciarla pero sí la despide, pese a que la muchacha niega en varias ocasiones las acusaciones y suplica a Sara que la readmita porque también la despidieron en las otras casa del mismo portal al saberse la noticia. Una simple casualidad les lleva a descubrir que es su hijo el que está detrás de las desapariciones y que es un compañero de instituto quién le obliga a llevarlas a cabo. Además descubren que Pablo ha sido agredido, parece que en varias ocasiones, por este mismo chico. Mientras Sara piensa en denunciarlo a la policía y cambiar a Pablo de instituto, Carlos cree que sería mejor tratar de resolver el conflicto mediante otras vías más encaminadas al diálogo y la comprensión, a fin de cuentas sólo son niños. Pero la vida no es sencilla y la cosa comienza a complicarse ante la falta de determinación de Carlos, los miedos comienzan a aflorar y con ellos la mentira que deberá mantener en complicidad con Pablo, por el bien de la familia.

Carlos se define como un hombre pacífico, que no se ve capacitado para hacer frente a los conflictos directos, pues para él siempre implican violencia, su mayor temor. Es una persona poco decidida, que no sabe mantenerse firme ante las posibles amenazas. Una persona con prejuicios que basa su vida en miedos, algunos inventados, en los que la imaginación, la lógica y el racionalismo juegan un papel muy importante. Cuesta imaginarse cómo alguien así puede reunir cada día el valor suficiente como para salir de su casa. Con todo esto, su personaje es bastante consecuente y su comportamiento será siempre previsible. En la vida de Sara también están muy presentes ciertos prejuicios, aún así se muestra más libre respecto del miedo, menos temerosa y quizá menos precavida frente a una posible agresión, pero es decidida y sabe lo que hay que hacer frente a determinadas situaciones. Ambos forman un matrimonio sin confianza ni comunicación, con miedo al juicio (que al final se convierte en una forma de autojuicio), a lo que pueda pensar el otro de determinados comportamientos, formas de pensar o quebraderos de cabeza existenciales y que, inevitablemente, acabará basándose en una mentira muy gorda, de esas que se mantienen por inercia y costumbre. La manera de actuar respecto al problema de Pablo es complicada, porque implica una decisión y unas consecuencias difíciles de aventurar, pero en fin...la cuestión es verse ante esa tesitura, son muchos los factores que pueden intervenir y siempre se trataría de hacer lo que uno considera que es lo correcto.
El final es bastante desconcertante porque a pesar de la violencia pagada con más violencia, la vida sigue y todo se supera. Puede rememorarse, aparecerse en sueños, pero el tiempo tiene la capacidad de relegar determinadas vivencias. ¿Es eso lo que pretende enseñarnos Isaac Rosa con esta novela? Tenéis que leer a Herman Koch ese sí que es un maestro del despiste moral.

Puede que el formato de esta historia se parezca más a una especie de ensayo novelado, si es que algo así existe, ya que pese a que nos encontramos con un conflicto real de fondo, es sólo el vehículo empleado por el autor para hacer un análisis de los miedos que podría plantearse cualquier ser humano contemporáneo, porque los miedos de otras épocas se suponen superados. Miedos sociales, antropológicos, históricos y culturales, incluso económicos. Unos miedos más justificados que otros, situaciones con más base para ser temidas que otras, otras más inverosímiles o exageradas cuando la imaginación entra en juego, pero al final, durante los días posteriores a la lectura de esta novela, los miedos del protagonistas se hacen propios, y durante esos días, el mundo se mira con otros ojos. Cada rostro, cada lugar, cada movimiento es analizado con cierto recelo. Tranquilos, se pasa.

En ese análisis, el autor tiene muy presentes el papel que juegan, en el imaginario de cualquier persona, los medios de comunicación, el cine y la literatura, así como las implicaciones de la mente en el desarrollo y creación de nuevos miedos. Según esto, es posible temer más un dolor previsible, pensado o imaginado, que un dolor real y físico. Se puede temer más al personaje estereotipado que al real, igual que el miedo pensado y psicológico puede intimidar más que el real. Eso de que la realidad supera la ficción no sería tan literal, creo que en ese sentido no somos conscientes del poder que ejerce la mente sobre el cuerpo. Claro que en algunos casos, Isaac Rosa juega con la exageración, pero es que a veces esa es la única forma de llamar la atención respecto de algo. ¿Quién no ha pensado alguna vez en la posibilidad de que le asalten la casa, incluso estando dentro, mientras uno duerme? son cosas que pasan, que de hecho han pasado, todos vemos la tele o leemos el periódico, pero yo no me voy a la cama todos los días pensando que algo así podría ocurrirme esa misma noche, ni siquiera si me despierto en mitad de la noche por haber escuchado un ruido. Igual que tampoco me planteo cual sería la mejor forma de actuar para evitarme la paliza de los ladrones. Resulta evidente la capacidad del autor para materializar y mostrar a través de la palabra, miedos que quizá uno no sienta porque nunca a pensado en ellos, nunca ha sido capaz de traspasar esa línea.

En algún sitio han comparado esta novela con las de Cormac McCarthy, yo sólo he leído La carretera y me pareció mucho más sugerente, evocadora y a la vez más cruda, fatalista y desoladora que El país del miedo. Ni siquiera creo que el estilo de ambos guarde alguna relación.

Para ser sinceros, y a estas alturas no tengo nada que perder en este sentido, sólo me animé a leer esta novela porque me enteré de que preparaban la película y el protagonista era interpretado por uno de mis actores favoritos, José Luis García Pérez. Ahora me parece una lectura interesante y recomendable que podría haber leído antes.

Esta es la portada del libro que yo he leído pero preferí poner la otra porque creo que ilustra mejor la filosofía de la novela, es mucho más ilustrativa. En el contexto que dibuja el autor, la única forma de sobrevivir es el aislamiento, la ceguera.

Un saludo, Lola.

Los horrores son soportables mientras se trate sólo de sufrirlos, pero matan cuando se reflexiona sobre ellos. Erich Marie Remarque.

jueves, 31 de julio de 2014

El año que pasé con Bevilacqua y Chamorro. LA MARCA DEL MERIDIANO

Os adelanto desde ya que en esta reseña seré breve por dos razones. Primera, me voy de vacaciones y no tengo mucho tiempo para dedicarle a esto. Es como una tarea pendiente e ineludible que tengo que llevar a cabo antes del fin de semana, así que cuanto antes, mejor. Y segunda, me da la sensación de que después de seis novelas sobre los mismos temas y con los mismos protagonistas, empiezo a repetirme. Siento que ya no sé qué decir que no haya dicho antes. Así que creo que con la séptima lo mejor para todos es que vaya al grano.

Resulta que llegan a manos del (ahora) coronel Pereira las fotografías de un subteniente retirado al que han colgado de un puente en Logroño. Pereira confía en Vila para llevar el caso no sólo por su más que demostrada competencia, si no por los años de servicio que compartieron en Barcelona. Rafael Robles fue su superior y mentor durante los años en que estuvo destinado en la ciudad condal y ya coincidió con él años atrás en la resolución del caso de Neus Barutell. Así que Vila se siente obligado a esclarecer su asesinato, además de porque así se lo requiere un superior, por el deber moral que le une a Robles y el respeto que siempre sintió hacía a su persona. Todo se enreda bastante, aunque consiguen apañarse bien, porque son varias las jurisdicciones que afectan al caso y varios los cuerpos de seguridad que deben trabajar en él. Además, para rizar el rizo, entra en juego el brigada López de Asuntos Internos. Supongo que de este detalle es fácil deducir que en esta historia se descubrirán algunos trapos sucios del Cuerpo. Ovejas negras que no merecen vestir el uniforme ni servir a la seguridad del ciudadano. Guardias que decidieron cruzar la linea y que deberán pagar por ello por legítimos (o no) que fueran sus motivos. Con su regreso a Barcelona, Vila tendrá que hacer frente, de una vez por todas y por dolorosos que le sean, a sus recuerdos de los años vividos en Barcelona, de cómo lo tuvo y lo perdió todo. Esta vez no le resultará tan fácil desterrarlos a lo más profundo de su memoria como ya lo hiciera la última vez que recorrió las calles de esa ciudad. Al mismo tiempo, tendrá que esquivar los recelos de Chamorro, que muy bien intuye que Vila no es del todo sincero respecto a lo que puede saber sobre los trabajos que realizaba Robles y los motivos que llevaron a sus asesinos a ajustarle las cuentas de la manera en que lo hicieron.

Nuevas incorporaciones, ascensos en la escala de mandos, todos más viejos, más sabios y más templados pero la misma conclusión, el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor. Las tentaciones son difíciles de rechazar cuando se presentan delante de uno y más, cuando ese uno dispone de cierta ventaja respecto del resto y carece de un mínimo de escrúpulos. Negocios sucios, tráfico de personas, prostitución, drogas, corrupción...esta historia no se priva de nada. Una vez más, se utiliza esta novela para hacer una crítica de las condiciones bajo las que debe trabajar la Guardia Civil, se vuelven a mencionar las diferencias legendarias entre madrileños y catalanes, y algo que creo que es personal y que debe responder a algún episodio traumático vivido por el propio Lorenzo Silva, las compañías aéreas low cost vuelven a ser objeto de la ira del autor. Personalmente, no estoy muy de acuerdo con las conclusiones de Vila respecto del caso, aunque supongo que es inevitable medir con otro rasero cuando el afectado te toca de cerca.

Otra entrega, que todo parecía apuntar a que sería la última pero que resulta que no, de la serie de Bevilacqua y Chamorro y que aprovecho para recomendar aunque sólo sea por el rato de entretenimiento. Además creo que es de las que más me ha gustado leer, o menos me ha costado leer, quizá porque es la más intimista y en la que se revela parte de lo que atormenta al pobre de Vila. Ahora se entienden muchas cosas.

Ganó el Premio Planeta 2012, certamen en el que Silva participó con este manuscrito que entiendo, resultaría de todo menos anónimo, a no ser que se presentara a sus protagonistas bajo otros nombres. Pero... en fin, con estos calores propios del verano como que no apetece hacer una reflexión profunda sobre las justicias e injusticias del mundo editorial. Un mundo y un negocio que, dicho sea de paso, a mi se me queda grande pero que en mi imaginación se presenta como lleno de intereses, conspiraciones e intrigas. Ains! ¡Qué ganas tengo y qué falta me hace un descanso!

Un saludo y feliz verano, Lola.

P.D: Esto no acaba aquí, ahora tengo pendiente Los cuerpos extraños, y supongo que estaría bien una especie de reflexión final que recoja mis impresiones sobre la serie, no?. No sé si estoy preparada para algo así pero, en todo caso, eso será a la vuelta. Ahora sigo con la novela que me debía de Kenyon, que aunque da más calor del que quita, al menos no da en qué pensar.

P.D. 2: Por cierto, ¿qué tendrá pensado hacer Silva con Vila cuando tenga que jubilarle? Ahora ronda los cincuenta. ¿Qué le quedan, 10 o 15 años de servicio? ¿Le convertirá en un investigador privado, viejo y amargado, pero con la intuición necesaria como para seguir resolviendo asesinatos? Quién sabe, aunque eso suena más a novela, qué se yo... ¿americana?

miércoles, 30 de julio de 2014

LA FRASE DEL DÍA

Aquí, a dos celdas de donde yo me encuentro escribiendo estas líneas, hay un recluso que dice que en corredor de la muerte no hay ateos.


El paciente. Juan Gómez-Jurado. Página 53