lunes, 17 de junio de 2013

Dos días de mayo. Jordi Sierra i Fabra

Todo parecía indicar que el único entretenimiento para Miquel Mascarell en los cuatro días en que Patro y su hermana estarían de visita en casa de un familiar, sería echarla de menos. Y en eso estaba, añorando su calor y su juventud y obligándose ha llevar una vida normal pues así lo habría querido su mujer, cuando un joven llamado Pere lo va a buscar en nombre de María Galvany. El viejo inspector, Mateo Galvany, al que visitara después de mucho tiempo el pasado mes de octubre, había muerto atropellado el día anterior, pero lo que para la policía es un desafortunado accidente, para su hija es un claro asesinato. Alguien quería matar a su padre, el quién y el por qué son las dos incógnitas que le pide resolver a Miquel. Por lealtad hacía el que fuera su jefe, por compromiso hacía su hija, por curiosidad y honor a la verdad o porque nunca dejaría de ser el policía que una vez fue, Miquel se ve obligado ha hacer preguntas y ha reencontrarse con personajes de su pasado lejano, de los días en que perseguía delincuentes por las calles barcelonesas, y de días más próximos, ya como republicano derrotado. Los detalles de la trama que va descubriendo según avanzan las horas, le apremian a poner al límite su cansado cuerpo pues al día siguiente, el 31 de mayo de 1949, el Generalísimo visitará Barcelona y lo que empieza a desvelar su investigación será clave para el futuro de España. La cuestión, una vez conocido el plan, es decidir si intervenir o no pero, lo más difícil será aceptar la contradicción. Por un lado, desear que ocurra algo pero por el otro, no desear que ocurra. En ocasiones, es difícil comprender en su conjunto las dimensiones que podrían alcanzar las consecuencias de un hecho histórico puntual, quizá por lo inoportuno del momento.

Expresiones como ser peor el remedio que la enfermedad o no hay mal que cien años dure, adquirirán en esta novela otra dimensión y a más de uno darán qué pensar.

Una vez más, Jordi Sierra i Fabra dibuja con gran esmero y delicadeza un panorama desolador. Una Barcelona que aún sufre la derrotada. Una ciudad presa de la pobreza y el desamparo que parece dispuesta a pagar cualquier precio por vivir en paz. Es triste darse cuenta del peso que adquiere el silencio que sólo el miedo y la represión son capaces de conseguir. Cuesta pensar en el hecho de que sólo hay un futuro y un destino posibles para las víctimas inocentes del poder. Y es muy duro recapacitar sobre la soledad extrema de quienes perdieron todo lo que tenían, de quienes sufrieron la muerte de todos sus familiares durante o después de la guerra. Que algo con lo que deber ser tan difícil convivir se convierta en punto de unión para tanta gente, como una especie de camaradería. Algo que me ha resultado curioso de esta historia y que creo que es muy representativo de una manera de vivir, es que en esos días no había amigos, sólo compañeros de trabajo, vecinos, conocidos...con los que a penas se hablaba o hacía mucho que no se veía. Tener amigos en esas circunstancias tan críticas era peligroso, comprometido y triste.

Me encanta leer a Sierra i Fabra porque tiene una forma de escribir tan natural y a la vez tan cargada de sentimiento, que su lectura se convierte en un verdadero placer. Me alegró saber que los casos del inspector Mascarell no se quedarían en tres y espero que sea un personaje tan inspirador para Sierra i Fabra como para que le apetezca escribir más sobre él.

Un saludo, Lola.

P.D: Recomiendo y recomendaré siempre los otros casos de Miquel Mascarell,
Cuatro días de enero
Siete días de julio
Cinco días de octubre

1 comentario:

  1. Le tengo muchas ganas a estos libros de Sierra i Fabra. Y tu reseña me anima aún más. Me parece que pronto me voy a dar un pequeño capricho...
    Besotes!!!

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