Esta es la lectura que me he regalado por mi cumpleaños -qué queréis que os diga?el de ayer fue un día ocioso-. Reconozco que no es gran cosa pero creo que es lo que necesitaba para entrar con ánimo en la treintena.
No es la primera novela que leo de la autora y en lo que se refiere a la forma y el contenido no puedo decir nada diferente de lo que ya haya escrito con anterioridad. Una lectura fácil y sin más pretensión que la de entretener. Mantiene su linea y me encanta.
Tampoco es la primera historia que leo cuyos protagonistas son los Were Hunters -aún me acuerdo de Vane y Bride y El juego de la noche-. Para no liaros mucho pero poneros en antecedentes, los Were Hunter son seres mitad humano, mitad animal. Aquellos en los que predomina la parte animal son conocidos como katagarios y si lo que se impone es su parte humana son arcadios. Las dos caras de una misma moneda. Ambos fueron creados por un rey griego para evitar que sobre sus dos hijos cayera la maldición de Apolo por la que todos los hijos del dios morirían en su vigésimo séptimo cumpleaños. Pero a Apolo no le gustó que el rey jurase a ser un dios y tratara de esquivar sus designios, por lo que obligó a arcadios y a katagarios a darse caza eternamente. Dentro de los katagarios existen tantas familias como depredadores en el reino animal, son muy violentos, territoriales y no se mezclan entre clanes, así como tampoco pueden emparejarse con arcadios o humanos -téngase en cuenta este detalle para más adelante-.
Wren Tigarian es un joven katagario que vive en el Santuario, un bar de moteros regentado por la familia Peltier, donde además trabaja como ayudante de camarero. Es huraño, no se relaciona con nadie, salvo con Aimee, la única hija de los Peltier, y su único amigo es un mono llamado Marvin. Lo llevaron allí tras la muerte de sus padres cuando él era apenas un cachorro. Tanto su familia como su clan lo rechazaron desde que naciera por ser mestizo, su padre era un tigre y su madre un leopardo, así que desde niño vivió aislado.
Una tarde mientras recoge vasos sucios, conoce a Maggie en el Santuario y desde ese momento se siente atraído inexplicablemente por la joven aunque sabe que su relación sería imposible. Margaritte Godeau es la hija de un senador y no está acostumbrada a rodearse de gente como la que frecuenta el Santuario. Ella y sus amigos han decidido acudir a este bar como homenaje al que fuera compañero de estudios, Nick Gautier. El destino querrá que ese sea el punto de unión entre los dos jóvenes pues ambos conocían muy bien a Nick y habían oído hablar el uno del otro a través de él. A partir de este encuentro nada será igual y tanto su amor como sus vidas correrán peligro pues parece que alguien desea verles muertos.
Sin más que añadir salvo que, una vez más, Kenyon ha conseguido una novela estimulante, entretenida y emocionante...
Un saludo, Lola.
my old ass
Hace 2 horas
No es un libro que me tiente en esta ocasión, así que lo dejo pasar. Gracias por la reseña!
ResponderEliminarBesotes!!!