lunes, 14 de octubre de 2013

El sol brilla por la noche en Cachemira. Andrés Pascual

David Sandman es un observador de la ONU destinado a Cachemira que no duda en poner su vida en peligro cruzando todas las líneas de seguridad que puede. En realidad, lo que busca es acabar de una vez por todas con su atormentada existencia. Por fin llega el tan ansiado día cuando de camino al campamento sufre un atentado que le deja muy malherido. Mientras los equipos de salvación acuden al lugar, él es testigo de una especie de revelación que cambia su perspectiva y cuando consigue despertar del coma, cree identificar esa luz en Aurore, una joven enfermera que también vive anclada a su pasado. Juntos pasarán la larga noche que Andrés Pascual nos narra en su novela, compartiendo confidencias, miedos e ilusiones a sabiendas de que el tiempo pasa y de que les queda poco para disfrutar el uno del otro. Cada uno influirá en el otro más de lo que se imagina, y a partir de esa noche, sus vidas, de una u otra manera, cambiarán para siempre. Porque siempre vivirán el uno en el otro.

Esta es la primera novela que leo de Andrés Pascual, animada únicamente por los buenos comentarios de personas que habían leído otra de sus novelas, El haiku de las palabras perdidas, pero en verdad, no sé cuando volveré a reunir fuerzas suficientes para leer algo más de este autor. Y es que esta novela me divide en dos.

Por un lado, si trato de ser objetiva, debo reconocer que Andrés Pascual escribe con un estilo muy cuidado, lírico y poético. Utiliza adjetivos y metáforas que embellecen la narración, de eso no hay duda. Estéticamente es un buen trabajo. Pero claro, luego aparece mi lado más subjetivo y, es cierto que la historia es bonita, el moribundo que se enamora de su enfermera mientras las balas silban tras las finas paredes del hospital de campaña, pero, a pesar de ello, es demasiado edulcorada para mi gusto y en ocasiones exagerada con determinados comentarios.

 Además, para quienes no lo sepan -es obvio que ese fue mi caso- , trata de ser una especie de libro como de auto ayuda, y no es que tenga nada en contra de esos libros pero creo que nunca está de más saber antes cuándo se va a leer uno. Resulta que al final la historia se construye a partir de una serie de cuentos y fábulas que tratan de enseñarnos el sentido de la vida y la superación de la pérdida. Hace especial hincapié, supongo que por la situación de los protagonistas, en la importancia de vivir el momento presente, que es el real y verdadero, de deshacernos de las ataduras del pasado y no pensar en las consecuencias futuras, de hacer aquello que realmente queremos hacer y tomar las decisiones necesarias en esa dirección, aunque los resultados no sean inmediatos y se hagan de rogar. Y, si tenemos en cuenta la ubicación de la narración, no podían faltar las alusiones a la búsqueda de la felicidad, pero no la individual sino la colectiva, y todo lo relacionado con el placer de reflejarnos en los demás. Es una novela de reafirmación.

Si me tengo que quedar con algo, lo hago con la idea de que en la vida las cosas pasan, tanto las buenas como las malas, y punto, no hay que martirizarse sino concentrar todas las energías en vivirlas. Y que lo importante es estar a gusto con la vida que uno tiene, siempre podría haber sido otra, si hubiésemos tomado una decisión diferente en un momento determinado, pero puede que la nuestra no esté tan mal y, a fin de cuentas, es la que es. Los momentos pasados nunca vuelven. Me gusta mucho un pasaje en el que dice algo así como que la felicidad se alcanza cuando llega el día en que uno es capaz de decir que podría morir en ese mismo instante y hacerlo en paz, habiendo vivido la vida.

Y luego yo voy y pienso que todo esto está muy bien, los cuentos que aportan los diferentes personajes, tanto los principales como los secundarios, son realmente interesantes y me han encantado, pero llega un momento en que todas estas enseñanzas se vuelven un poco repetitivas y si a eso le unes la falta de acción, o una acción predecible, pues parece que lo demás queda un poco empañado.

Así que no sé, supongo que podría recomendar esta novela pues es posible que los principios que predica puedan cambiar la vida de quienes la lean, que dichos principios les ayuden a reflexionar y así su vida sea un poquito más feliz tratando de dar importancia a aquello que realmente la tiene. Yo he intentado, este fin de semana, poner en práctica algo de lo que propone, ser un poco mejor persona, pero es que el resto de la humanidad lo pone realmente difícil.

Un saludo, Lola.

2 comentarios:

  1. Este tipo de libros, en plan autoayuda, no me van mucho, así que lo dejaré pasar.
    Besotes!!!

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    1. Ya, a mí tampoco me entusiasman. Ésta debe ser un estilo a las novelas de Jorge Bucay o Paulo Coelho, de hecho cita a ambos autores en sus agradecimientos.

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