martes, 3 de mayo de 2011

PICNIC EN HANGING ROCK. JOAN LINDSAY

En Hanging Rock, una formación volcánica al sur de Australia, los relojes se paran y las personas que pasean por sus dominios se comportan de manera extraña, o al menos eso es lo que ocurrió durante un inocente picnic el 14 de febrero de 1900, cuando tres niñas y una de sus institutrices desaparecen sin dejar rastro, como impulsadas por una fuerza invisible y superior que las atrae hacia la Roca. ¿Qué fue lo que pasó? Nunca nadie ha conseguido responder a esta pregunta pasando así a formar parte de la leyenda. Lo que sí está claro es que a partir de esa tarde de verano, la vida en los alrededores del Colegio Appleyard cambió para siempre, no sólo para esas niñas y sus familias, si no también para todos aquellos que pudieron estar, en algún momento, relacionados con el entorno de los protagonistas del suceso. Así de lejos se pliegan y repliegan los lazos del destino -Uy! qué poética, cuánta inspiración, Lola!-

Mucho se ha escrito desde entonces y mucho se ha especulado sobre el paradero de las niñas, sin importar si lo que se cuenta sobre aquel día y los que le sucedieron es realidad o ficción. Mientras lo leía, no paraba de decirme a mí misma que tenía que haber una explicación pragmática que diera sentido de una manera más o menos racional a lo que fuera que llevó a las desaparecidas a comportarse de un modo tan extraño a como se describe en el libro. Sólo se me ocurrían campos magnéticos propios de zonas volcánicas o su alteración puntual, cosas que ni entiendo ni sé si realmente existen o son posibles desde un punto de vista científico. No sé, me parecía posible igual que es posible que los cambios lunares afecten a las mareas y dicen que al comportamiento de los humanos. Eso unido a un pequeño traspiés y una zona llena de riscos puntiagudos y profundas grietas... Pero es que todo resultó tan enigmático, tan espeluznante. Se dieron luego tantas coincidencias que afectaron a tantas personas, de manera tan dramática..., que resulta inevitable querer ver más allá.

Claro que de eso sólo te das cuenta en la parte final de la novela porque he de confesar que la primera mitad se me hizo eterna, como si la narración transcurriera a tiempo real, y es una pena porque creo que sólo he podido disfrutar de las últimas 100 páginas. Lo que no quiere decir que la historia no haya despertado mi interés, al menos el suficiente como para no poder evitar trastear un poco en Internet y buscar el capítulo que tanto editor como autora tuvieron a bien suprimir, puede que con intención de que el misterio fuese mayor, así que con esa misma intención no desvelo nada al respecto. No sé pero se me ocurre que quizá estén en el mismo misterioso lugar que la tripulación del Marie Celeste -lo siento pero tuve que buscarlo ;)-.

De cualquier manera, parece que para los australianos la zona de Hanging Rock es un tema recurrente, no sólo a raíz de este misterio. La pista, en este fragmento:

Tengo la impresión de que por ahí arriba antes había un sendero o algo así -dijo Miranda-. Recuerdo que mi padre me enseñó un cuadro en el que había unas cuantas personas vestidas con ropas antiguas que celebraban un picnic en la roca. Me gustaría saber dónde lo pintarían.

Y así fue como di con éste, cuadro que Willian Ford pintó en 1875, y que pareció haber inspirado a la autora,

y además con este otro de Frederick McCubbin, también del lugar pero posterior, de 1912. Ambos pintores australianos.

La verdad es que el paraje es bonito pero no sé si me atrevería a visitarlo sabiendo lo que pasó.

De la novela me quedo con varias cosas. La primera una idea que me hizo reflexionar y que ha dado a la historia el sentido que no tenía. Me pareció increíble ser testigo de cómo un hecho aislado que sólo debería afectar a sus protagonistas directos, termina por hacer mella en la vida de personas que sólo participarían de forma indirecta y casual y cómo a su vez, sus decisiones afectarán a terceros. Cómo a pesar de todo lo que esto pudiera significar, a pesar de la conmoción que causara, la vida sigue su curso. Hay cosas que se olvidan, quizá las más graves, las que son más difíciles de enfrentar, y otras, pequeños detalles, que acompañan a las personas el resto de sus días, en forma de recuerdos. Es tan fácil olvidar y recordar, es tan subjetivo y aleatorio.

La segunda una escena, la que me resultó más asfixiante, más vívida y real que ninguna otra, la que se sucede en el gimnasio. Casi podía sentir el agobio de la niña ante las insistencias de sus compañeras, los rostros grotescos deformados por la rabia y la curiosidad, por las ansias de saber, las manos transformadas en garras arañando la bonita capa escarlata.

Y la tercera un fragmento, para mí el más bonito -podéis encontrarlo en la página 199-.

Siempre hay un instante en nuestro globo giratorio que no se deja medir bajo los parámetros que empleamos habitualmente para controlar el paso del tiempo. Es algo que experimentan a diario millones de personas. De pronto dan con un fragmento de la eternidad que jamás tendrá relación alguna con el calendario ni con los movimientos del reloj.

Una última cosa, jamás llegué a entender la fijación casi enfermiza y generalizada hacia la figura de Miranda. Al final, un fantasma que persigue almas reprimidas y atormentadas, puede que para liberarlas de su pesada carga.

Un saludo, Lola.

P.D.: La novela, ya en su momento, supuso tal revelación que no pudo más que inspirar a Peter Weir para dirigir una película sobre el Misterio del Colegio en 1975. Pensé que a los amantes del cine os gustaría saberlo. Tocará verla para mantener viva la intriga.

P.D.2: Otra cosa que últimamente llama mi atención y que puede que no tenga nada que ver con esta trama en concreto pero que me parece curioso como para escribir sobre ello. Es algo en lo que no me había fijado hasta el momento de no ser por una persona cercana a la que le hacían gracia las referencias gastronómicas especialmente en novelas que nada tenían que ver con este tema, al menos no directamente, más como una parte importante de la cultura, de la época y de sus protagonistas. En esta al menos ocurre algo parecido.

Ahora sí, me despido. Lola.

4 comentarios:

  1. Qué chulo es el segundo cuadro =)

    Interesante historia la de la novela =)

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  2. Este libro ha llegado a casa el Día del Libro y ya me tarda.Has hecho, Lola, una reseña preciosa y muy original. Me han entrado todavía más ganas de leerlo, y mira que ya tenía unas cuantas...
    Besos,

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  3. No conocía esta historia ni el libro inspirado en ella. Es aterrador que desaparezca la gente sin dejar rastro, no sé, pero yo también intento encontrar respuestas lógicas a estos hechos, aunque no dé con ellas. Muy interesante reseña, veo que la lectura del libro te ha llevado a investigar sobre el tema.
    Un besito
    Isabelnotebook

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  4. Pues he de reconocer que me pareció mucho más interesante toda la rumorología posterior y las distintas interpretaciones personales que cada uno pueda hacer de lo leído que la novela en sí misma.

    Pero igual os animo a leerla ;)

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