lunes, 18 de abril de 2011

Una de dibujantes: El invierno del dibujante y El Gran Vázquez

Pues sin saberlo y sin pretenderlo resultó que la película que vi el jueves pasado está relacionada con uno de los últimos cómics de Paco Roca.

El invierno del dibujante es la novela gráfica con la que Paco Roca quiere acercarnos a la situación de los dibujantes de historietas a finales de los años 50. En un mercado monopolizado por la Editorial Bruguera, en el que a los dibujantes se les paga a razón de las páginas que entregan y se les obliga a renunciar a los derechos sobre sus personajes - para que así la editorial pueda publicarlos una y otra vez como lo hicieron durante los meses en que los dibujantes faltaron, sin que los lectores pudieran darse cuenta - un grupo de valientes dibujantes, Cifré, Conti, Escobar, Giner y Peñarroya, ponen en marcha un sueño, un ideal en forma de revista, el Tío Vivo, que pretendía ser editada y gestionada por los propios dibujantes. Es la primavera del 57 aunque el autor prefiere comenzar la historia a finales de 1959, momento en que los dibujantes se ven obligados a abandonar su sueño y volver al redil de Bruguera - por lo que se deja entrever, la editorial tuvo algo que ver en el fracaso y no era la primera vez que trataba de acabar con la competencia -.

La verdad es que es fácil hacerse una idea de la forma en que se veían obligadas a trabajar estas personas, bajo condiciones muy duras y poco agradecidas. Siempre bajo la atenta mirada de la censura y en una sociedad carente de libertades como carentes de derechos estaban en sus puestos de trabajo. Algunos de estos dibujantes fueron en su día periodistas obligados a dejar su profesión con la llegada de Franco al poder, otros tuvieron que marcharse a Francia y otros llegaron a estar en la cárcel por defender sus ideas. Tratar de emprender este proyecto fue como una forma de expresar su necesidad de libertad, de esperanza, como una forma de luchar por sus ideas aunque fuera a otro nivel, no ya en lo referente a la política, si no es la forma que habían elegido para sobrevivir, haciendo aquello para lo que tenían un talento innato. Aunque no todo era negativo, siempre contarían con el reconocimiento de sus compañeros y con el de los cientos de lectores que compraban las revistas y seguían las aventuras de Zipi y Zape, don Pío, Gordito Relleno o Carioco.

Me gusta la estética de Paco Roca. Resulta muy agradable y me gusta el contraste que crea entre las épocas que se cruzan en esta historia. Por un lado el invierno frío, gris, triste y decepcionante. Un invierno de resignación y aceptación de una realidad frente a la que no pueden luchar. El invierno en que deben volver al trabajo en la Editorial Bruguera. Por otro lado, la época en que deciden dejar de ser explotados por la editorial y poner en marcha el Tío Vivo, con páginas de colores más cálidos llenos de la esperanza e ilusión de la primavera y el verano de un año que invitaba a soñar con la libertad y la justicia en relación a los derechos propios del creador.
Me encantaron sus ilustraciones de ambientes con los que empieza cada época.


Por último quisiera destacar el escrito en forma de epílogo de Antoni Guiral, La esperanza del dibujante en el que creo que refleja bastante bien el sentimiento de la época. Y me gustó mucho el anexo final con las minibiografías de todos los dibujantes que protagonizaron esta historia.

Y El Gran Vázquez dirigida por Óscar Aibar y protagonizada por Santiago Segura en el papel del dibujante Manuel Vázquez, película que vi antes de leer el cómic y que cuenta la vida de este entrañable sin vergüenza, carente de escrúpulos que no tenía reparos en timar ni a las varias mujeres con las que se casó con tal de sobrevivir y salirse con la suya. Es una historia divertida con una estética muy del tebeo de esa época, me reí mucho con las múltiples invenciones de Vázquez, hay que reconocerle el mérito. Manuel Vázquez también trabajó, o intentó trabajar - digo lo de intentó por que no paraba de escaquearse de sus obligaciones -, para la Editorial Bruguera y fue compañero de penas de los personajes que aparecen en el cómic de Roca, en esto me dió un poco de rabia no haber leído el cómic antes por eso de haber intentado identificarlos. Pero la verdad es que es un personaje que me gusta mucho, tanto en la película como en el cómic, por su sinceridad y por no tener reparos en decir las cosas como realmente son si perder su toque de humor tan característico. Además es curioso porque sus andanzas debieron ser legendarias pues algunas aparecen tanto en la película como en el cómic.
Sin embargo el personaje que me descuadra es el de Ibáñez, en la película parece ser gran admirador de Vázquez pero en el cómic no aguanta las comparaciones, es más negativo, más retraído.



Muy recomendables ambos, sobre todo para aquellos que de pequeños o de mayores soñaran con las historias del Pulgarcito, el TBO, el DDT.

Un saludo, Lola.

5 comentarios:

  1. Uauh!, qué buena pinta y buenas recomendaciones.
    Gracias.

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  2. Uys, se me había pasado esta entrada. Me apunto tus recomendaciones, sobre todo la del comic, que me ha llamado mucho la atención. La película no la he visto tampoco, pero parece también tener buena pinta. A ver si la pillo.
    Besotes!!!

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  3. La novela me parece muy interesante, y El gran Vazquez tengo muchas ganas de verla, la verdad es que es una combinación perfecta. Un abrazo

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  4. ... buscaré el libro, sin duda!, no sé si voy a llegar a tiempo para ver la película

    un saludo

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  5. Pues resulta que en la Qué leer de este mes viene una entrevista a Francisco Ibáñez con motivo de los 75 años que cumple el dibujante y claro no podía evitar buscar alguna pregunta respecto a su paso por Bruguera, y sí que la hay, sobre si trabajar en la editorial es tan malo como lo pintan ahora, al parecer no lo era tanto pero por su comentario estoy más que satisfecha con la imagen que Paco Roca da sobre la época, que no creo que sea nada exagerada, es más, me parece bastante fiel, Bruguera no tiene competencia y los dibujantes tienen que pasar por el aro. Del resto de la entrevista me quedo con la imagen de Ibáñez de niño dibujando un ratón en el periódico de su padre y a éste guardándolo en su cartera por siempre. Me quedo con un Ibáñez que cree que sus memorias no tendrían sentido porque lo único que ha hecho ha sido trabajar, equivocado por su parte, serían muy interesantes, sobre todo para los que vivieron esa época y crecieron con sus historias.

    Un saludo, Lola.

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