miércoles, 25 de septiembre de 2013

LYDIE. Jordi Lafebre y Zidrou


Ya había visto esta novela en algún sitio, debió de ser mientras cotilleaba las novedades de la sección de cómics de no recuerdo qué tienda, y seguro que leí algo sobre ella en Internet, pero la verdad es que siempre me dio un poco de reparo la historia que contaba, me parecía demasiado triste, y por eso ni siquiera me había animado a curiosear sus páginas. Pero ahora, no sé por qué extraña razón, no he podido resistirme, aunque sí que he estado tentada en dejarla para más tarde un par de veces, por eso de que resulta un poco extraño eso de llorar en público, - sobre todo si no conoces a ese público y ese público no te conoce a ti, no? -.

Esta es la historia de Lydie, y también la de su madre Camille, su abuelo y la de todos sus vecinos, los habitantes del Callejón del bebé con bigote. El día en que nació Lydie resultó ser un mal día para los recién nacidos, su madre nunca lo superó y un día se levantó convencida de que los ángeles le habían devuelto a su pequeña. Sus vecinos la vieron tan ilusionada después de toda la pena que había pasado, que decidieron hacerla feliz siguiéndole la corriente, quizá con la esperanza de que tarde o temprano se le pasara. Al fin y al cabo, ¿por qué hacer el mal cuando resulta tan sencillo hacer el bien? -página 26-. Pero no pasó, Lydie cumplía años, tenía pesadillas y enfermaba como el resto de los niños de su edad, recibía regalos, salía a la calle a jugar con sus amigas e incluso fue a la escuela, quién sabe si también a la universidad. El caso es que no sé si alguna vez existió pero tal era el deseo de todos los que la rodeaban de que así fuera, que quizá sí lo hizo, aunque sólo fuera un poquito, dentro de cada uno de ellos. Lo mejor y más curioso de todo es que esta historia nos la cuenta una observadora silenciosa y de primera linea, una virgen de madera que vive en la hornacina situada sobre el número 3 bis de ese mismo callejón.


Hay un pasaje que me ha gustado especialmente, además de la entrega incondicional de toda esta gente a una misma causa,  y es cuando la maestra le cuenta asombrada al médico del barrio, también vecino y amigo de la familia, que la mayoría de los niños de la clase, teniendo que dibujar a su mejor amiga, dibujaron a Lydie coincidiendo todos ellos en muchos de los rasgos de la pequeña. No cabía la posibilidad de que se hubieran copiado unos de otros pues algunos de los niños estaban bastante separados en la clase como para eso. Cuando el médico le explica a su hija la verdadera situación, la niña, ofendida, le dice que eso es así porque Lydie viste y es así y que, pese a lo que digan, es su mejor amiga, sin duda.

Es curioso y seguro que guarda alguna relación con algo o con alguien aunque no sepa decir cuál, pero a lo largo de toda la narración, se le da una especial importancia a la fotografía como tal, siempre se piensa que las fotos sirven para captar momentos alegres o importantes que uno quiere recordar pero en esa época, principios de los años treinta, también se fotografiaban momentos no tan felices. Era usual que el fotógrafo acudiera a los velatorios para realizar una foto de la persona fallecida, muchas veces eran bebés, para que luego la familia pudiera usarla en la lápida o en la esquela. Eso es precisamente lo que nos cuenta Lucie-Anne Quenon en una especie de epílogo que incluye varias fotos de la familia de Lydie y algunos bocetos que se hicieron para esta novela.

Una historia encantadora, triste pero llena de esperanzas, entrañable. Con una estética, la que aporta Jordi Lafebre, impecable y unos diálogos, los del guionista Beníot D., alias Zidrou, a juego. Así, podría repasar esta novela gráfica miles de veces y siempre descubrir algo nuevo. Creo que ambos hacen una pareja perfecta. La historia de Zidrou tienen un algo especial que Lafebre sabe captar y mostrar con sus dibujos y su personal estilo. He visto que también colaboraron en otra novela gráfica, La anciana que nunca jugó al tenis, y eso no me lo pienso perder. Si en poco se parece ésta a Lydie, estoy segura de que merecerá la pena.

Un saludo, Lola.

P.D: Encontré esta reseña, así por casualidad, y me gustó bastante porque recoge la relación entre los dos autores.
http://www.cinebso.net/2013/04/comics-lydie-norma-editorial.html

2 comentarios:

  1. Tiene una pinta deliciosa y entrañable esta novela gráfica. Si algún día me animo con este género, la tendré muy en cuenta.
    Besotes!!

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  2. Yo acabo de reseñarlo también!!! coincidencias.
    Yo no suelo leer mucho cómic, pero debo reconocer que me ha encantado, lo he disfrutado mucho. Al igual que tu también pensaba que era una historia triste, pero me ha sorprendido la emotividad que transmite.
    Besos!

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