martes, 23 de octubre de 2012

Los chicos que cayeron en la trampa. Jussi Adler-Olsen

Carl Morck regresa al sótano de su Departamento Q después de haber pasado un mes de vacaciones y lo hace presa del hastío propio de la vuelta al trabajo que en él parece formar parte de su personalidad. En lugar de la tranquilidad que espera encontrar, Carl deberá hacer frente al étnico reencuentro con su peculiar ayudante, Assad, y a una serie de novedades que no son para nada de su agrado. Mientras la comisaría está de traslados debido a la reestructuración de la Jefatura de Policía, él tendrá que lidiar con la visita de una delegación de la policía noruega  interesada en conocer todos los detalles sobre el funcionamiento del departamento más famoso de Copenhague y con la incorporación a su equipo de trabajo de Rose, una joven que no pudo ingresar en el Cuerpo pero que aún así estudió secretariado para poder trabajar para la Policía, y que no tardará en sacar de quicio a Carl. Por si esto fuera poco, Assad le ofrece un expediente que parece no encajar en el objetivo de su departamento pues ya hay una persona cumpliendo condena por ese crimen. En 1987 dos hermanos aparecen brutalmente asesinados en una cabaña cercana al lago de Roving y pronto las sospechas recaen en un grupo de estudiantes de un internado para chicos de clase alta que ya habían protagonizado otros episodios violentos dentro y fuera del colegio. Años más tarde, uno de ellos, Bjarne Thorgersen, se entregó como responsable de esas muertes. Así, la cuestión es, ¿cómo ha ido a parar ese expediente a la mesa de Carl Morck?

Ahora Torsten Florin es un diseñador de éxito, Ditlev Pram tiene clínicas de estética por todo el país y Ulrik Jensen es una especie de asesor de inversiones que ha hecho rico a medio país. Kistian Wolf murió en un accidente de caza y Kimmie Lassen, la única chica de la banda, lleva años desaparecida. Hombres de éxito, con personalidades oscuras y aficiones aún más oscuras, procedentes de familias importantes cuyas influencias cuesta imaginar. Dada la trayectoria de este grupo es difícil  imaginar la sola posibilidad de reabrir el caso pero, ¿hasta dónde puede llegar la impunidad de estos personajes?, creo que basta sólo con el hecho de que a Morck le digan que no. Eso y la aparición de Kimmie, que pondrá algo más que nerviosos a Ditlev y compañía.

De esta manera y poco a poco, a través de los recuerdos de Kimmie, se va esclareciendo todo lo relacionado con el comportamiento de los distintos personajes y con las prácticas que estos jóvenes llevaban a cabo los fines de semana que salían del internado. Somos testigos de la degeneración de sus personalidades a través de una trama repleta de episodios del presente y del pasado. Acciones que son sólo ejemplos pero lo suficientemente ilustrativos como para hacerse una idea clara de lo que necesitan estas personas para desahogar sus más bajos instintos. Personas que lo tiene todo desde el punto de vista material pero con unas carencias psicológicas importantes. Por eso, es fácil generar una opinión o emitir un juicio de valor respecto a ciertos personajes de la novela -o si así lo preferís, al elenco masculino de la banda- pero es complicado en lo referente a Kimmie, cuesta mucho no pensar que tiene lo que se merece, y que, en cierto modo, el transcurso de su existencia y su estilo de vida es el precio que ha tenido que pagar por lo que hiciera en el pasado. Es duro comprobar cómo el trato profesado por el entorno puede influir y de qué manera en el desarrollo personal de esta chica y cómo, al mismo tiempo, eso puede agravarse con según qué compañías. Otra vez la critica a la naturaleza del ser humano y sus límites que ya desarrollara el autor en su novela anterior.

Este es el segundo y espeluznante caso al que tiene que enfrentarse el Departamento Q después de que el destino de Merete Lynggart quedara resuelto en La mujer que arañaba las paredes. Una novela igual de interesante que la primera y en la que no hay que perder de vista las nuevas incorporaciones y el desarrollo de determinados acontecimientos que creo que marcarán el día a día de Morck, la cuestión es saber si será para bien o para mal.

Un saludo, Lola.

P.D. El tercer caso, El mensaje que llegó en una botella. En mi edición de bolsillo viene un avance y la verdad es que promete ser una buena lectura.

2 comentarios:

  1. Aún no me he estrenado con esta autora, pero la tengo entre mis pendientes. Y desde luego me dejas con ganitas. Pero tengo tantos pendientes esperando en la estantería que tendrá que esperar un poquito más, pero espero que sea solo eso, un poquito...
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  2. El siguiente está genial también, ya verás. No te lo pierdas...
    Besos,

    ResponderEliminar