
Ya lo terminé y la verdad, no sé qué decir al respecto pero, al mismo tiempo, tengo tantas cosas que contar, quizá deba encontrar las palabras.
Os contaré que todo comienza una noche de la primavera de 1857 en la ciudad de San Luis, esa noche dos hombres se encuentran y sellan un trato llamado Sueño del Fevre, con el que sus vidas cambiarán para siempre. Un trato con el que comenzará una amistad que los llevará al límite, al límite de su confianza, al límite de sus fuerzas tanto físicas como emocionales pero que durará por toda la eternidad. Un trato que les ofrecerá no pocas oportunidades para demostrar lealtad.
En fin...pero para ser justos con la novela y con aquellos que pudieran leerla si cayera en sus manos, debo decir que la primera parte resulta un poco lenta, no soporífera pero tampoco adictiva. Todo eso de la construcción del Vapor, los preparativos, la navegación, la vida de los ribereños y el Misisipi es interesante en palabras de Martin. De lo que no hay duda es de que la segunda parte es apasionante. Bien compensa leer las primeras 195 páginas para después leer las restantes.
Lo que tampoco es cuestionable es de que el único protagonista de la historia del Sueño del Fevre es el capitán Abner Marsh, con cada página leída queda más claro. Un hombre honesto, sincero, justo, inteligente a su manera y gracias a su terquedad y a que nunca olvida -
sólo necesita rumiarlo como el ganado con el que le comparan-. Es un hombre comprometido con sus amigos, como más tarde demostrara en varias ocasiones y no está dispuesto a que lo engañen. Resumiendo, Abner Marsh es un auténtico hombre de río.
Pero también es un poco egoísta y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para alcanzar su sueño, ni siquiera trata de mostrar interés por los verdaderos propósitos de York cuando éste pone a su alcance los recursos necesarios para construir el barco que tanto desea. Situación que Joshua conoce a la perfección y que le evita preguntas molestas que no sabría con qué mentiras contestar. Joshua York sabe qué ofrecerle para que acepte cualquier condición del trato, además está el pequeño detalle de que considerará cualquier asociación porque no tiene nada que perder puesto que nada tiene.
Y luego está el pueblo de la noche, de los que es difícil conocer sus verdaderas personalidades porque uno nunca sabe cuándo tratan de embaucarle para cumplir su voluntad. Destacan los destinos de dos: Joshua York y Damon Julian que representan puntos contrapuestos.
York es el idealismo de quién está convencido de poder cambiar el mundo mientras que Julian es el realista que acepta su naturaleza y lo que ella conlleva.
York es capaz de olvidar las diferencias que existen entre ambas especies y que conoce científicamente de primera mano con tal de alcanzar su ideal pero no puede pretender que el resto de los de su especie estén dispuestos a cambiar, a negar lo que son e ir en contra de sus instintos. Julian no cree en la necesidad de cambiar porque no cree que haya nada de malo en el comportamiento de su gente, en una conducta que considera natural.
Cada uno de los dos piensa diferente pero es comprensible puesto que cada uno proviene de ambientes diferentes, cada uno ha conocido modos de vida diferentes pese a pertenecer a la misma especie.
Quizá son más las cosas que unen a las dos especies que las que las separan, aunque no es fácil ser la presa, si se piensa bien, estos vampiros no hacen nada que no hagan los humanos. Someten a los suyos, los esclavizan por ser diferentes, hay clases dentro de la propia especie, se alimentan de especies inferiores y más débiles o las usan a su servicio, derraman sangre sin motivo aparente...
Pero claro, luego caí en la cuenta de las verdaderas motivaciones de Julian. La verdadera razón por la que Julian no está dispuesto a cambiar es porque disfruta de la posición de su especie (la posición de quién está en lo más alto de la cadena alimenticia). Él mismo disfruta de su poder, incluso del que ejerce sobre los suyos. No está dispuesto a rebajarse, a ponerse al mismo nivel que una especie inferior, a que sean considerados como iguales cuando las diferencias son tan evidentes.
Todo resulta tan confuso.... Es inevitable comprender el razonamiento de Damon Julian, entender su postura, incluso justificarla igual que justificamos las acciones de los seres humanos. Quizá porque estos vampiros son tan materiales y terrenales como cualquiera de nosotros, se dejan llevar por nuestras mismas pasiones.
Pues lo dicho, una lectura recomendable que os hará pensar, a mí personalmente me ha gustado mucho. Ah! y no dejéis de leer el epílogo, es muy poético, puede que incluso se os escape alguna lagrimilla.
Un saludo, Lola.